lunes, 23 de julio de 2012

El alto planeta de tres cuerpos

Cuando Galileo observó por primera vez a Saturno, no logró distinguir que era aquello que aparecía a sus lados. Pensó que podría tratarse de un planeta formado por tres cuerpos, uno central 3 o 4 veces más grande y dos laterales más pequeños, los cuales se mantenían siempre en la misma posición.
Bocetos de Galileo sobre Saturno.
Hubo que esperar casi 50 años y mejores telescopios hasta que Christiaan Huygens anunció que en realidad dicho planeta estaba rodeado por un anillo. Hoy día, con los avances tecnológicos, podemos saber que se trata de un complejo sistema de anillos, cada uno con características diferentes.

Esta breve anécdota introductoria me da pié para contarles mis avances del fin de semana. Conseguí un lugar con mejores condiciones de cielo, básicamente menos afectado por la luz del alumbrado público. Además, la noche del sábado se presentó sin nubes y con una "nitidez" apreciable. La casi ausencia de la Luna (está apenas saliendo de su fase "luna nueva") hizo también su aporte.

En esta ocasión estaba decidido a encontrar a Saturno. En las observaciones anteriores sólo podía encontrar puntos luminosos, sin saber con exactitud  que estaba viendo y  en esta ocasión comencé más o menos de la misma manera. Apunté el pequeño buscador hacia lo que sabía que era mi objetivo, pero créanme, no es lo mismo lo que se ve con los ojos desnudos a lo que aparece en el ocular del telescopio. Para complicar un poco la cosa, el espejo y las lentes invierten las imágenes, por lo que uno intuitivamente tiende a moverse en la dirección contraria generando una sensación de "¡No sé donde estoy apuntando!". Afortunadamente soy bastante porfiado, por lo que intenté repetidas veces hasta lograr familiarizarme con los mandos finos, y agarrarle la mano a lo de "ir para el otro lado". Fue así que supe inequívocamente que tenía a Spica enfocado en el ocular, por lo que mi objetivo de la noche debería estar un poco más a la derecha. Comencé a girar lentamente en esa dirección hasta que apareció un pequeño "sombrerito" muy brillante. Era ese, sin dudas, ¡era Saturno!. Inmediatamente cambié por un ocular más corto, que me diera al menos el doble de aumento para poder distinguir mejor lo que veía. No les miento, es muy emocionante la primera vez que lo vez. Sus anillos son tan notorios, y aunque uno sabe de antemano que están, el hecho de que los demás objetos solo se vean como puntos o pequeños discos, hace que sea todo un descubrimiento. Como premio extra, entró en el campo de visión un pequeño punto que no era otro que su mayor satélite Titan.
Saturno y Titan desde un reflector newtoniano 114/900.
Debo decir que esta experiencia colmó mis expectativas e incluso las superó. Las dudas que tenía al principio sobre si el instrumento que estaba comprando sería lo suficientemente potente como para no decepcionarme quedaron totalmente disipadas. Ahora solo espero que lleguen noches de cielos despejados y poder descubrir muchas cosas más que están allí arriba, esperando a ser apuntadas.

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